Gustavo Vega intenta sistematizar el concepto de poesía visual en muchos de sus artículos (sus artículos, aquí). Cuando aborda las Formas y tendencias de la actual creación poético visual, él mismo reconoce que con el TACHISMO, tiene sus dudas. Sus palabras son las siguientes:
"En ocasiones, algunos autores prescinden del cuerpo mismo de la letra y sus significaciones y se limitan tan sólo a su insinuación, sea en forma de puro grafismo o de tachadura. Tal sucede, por ejemplo, en Análisis comparativo de Ibírico en donde se muestra una composición a base de signos difícilmente reconocibles, o en obras de Raúl Reguera en las que el autor se deja llevar de forma impulsiva sin controlar los rasgos.
El culto al grafismo con finalidad poética lleva a algunos autores en ocasiones a generar sus propios signos que, por no ser convencionales, son sólo parcialmente reconocibles. Tal sucede, por ejemplo, en muchas de las obras de Juan Orozco o de Benet Rossell, obras en las que adquiere un especial protagonismo la plasticidad.
Aunque de forma un tanto forzada, podemos incluir en esta apartado –en algún lugar hay que colocarlo- a lo que podemos denominar tachismo. Una forma de hacer que lejos de ser excepcional ha sido cultivada por diferentes autores. En él, precisamente la ocultación del cuerpo de la letra se convierte en elemento máximo de significación. Cabe citar, por ejemplo, obras como Progresión negativa de Fernando Millán o Homenaje secreto de Antonio Gómez, en donde es posible adivinar un texto en donde lo único que hay evidente es la tachadura del mismo".
Probablemente sea el citado Fernando Millán el autor que más ha contribuido al tachismo en los últimos tiempos, aunque su emblemática LA DEPRESIÓN EN ESPAÑA (pincha aquí), tiene más valor estético que educativo. No obstante, Miguel Casado publicó sobre José-Miguel Ullán (en ARDICIA, Cátedra, Madrid, 1994) unas palabras que sirven de apoyo teórico para entender el tachismo en nuestra actividad docente. Dice el responsable de la edición:
“Sobre una página impresa se realiza el gesto doble de recuadrar algunas palabras y tachar el resto. El lector busca por la página la articulación de una posible frase entre diseminados grafismos que, tanto como tachan, disponen un laberinto para su mirada. Su función resulta, en efecto, ambigua: su poder gráfico o sus pautas compositivas llaman la atención, como si también estuvieran a punto de significar; otras veces, descubren partes del texto base no subrayada, pero así legibles, abriendo la posibilidad de un itinerario diferente y dejando al lector libre de mantenerse fiel o no: Aislar, oír, vienen a sustituir a decir.” (Op.cit., página 71).
Por otro lado, y en un lugar destacadísimo en la Historia del Experimentalismo, debemos remitirnos al Tachismo de dos obras únicas en el panorama literario en nuestro idioma llevadas a cabo por Antonio Orihuela. Nos referimos, por un lado a X y, por otro a MUERTE ES LA PALABRA. De la primera os dejamos un documento impagable al final de esta página.