Cuando hablamos de globalización, nos remitimos a un concepto, en principio, económico. No en vano, fue a partir de la década de los 80, del pasado siglo, cuando su uso de popularizó para conceptualizar una serie de movimientos a nivel planetario que posibilitó el libre mercado de mercancias e inversiones transnacionales, implantando una internacionalización de la economía capaz de interconectar situaciones macroeconómicas que inciden directamente en la vida diaria de millones de personas en todo el mundo. Por ejemplo, cuando el precio del maíz en la bolsa de Nueva York tiene consecuencias inmediatas en la política agraria de Nigeria, por poner un ejemplo paradigmático y avalado objetivamente por instituciones internacionales como el propio BANCO MUNDIAL en su último informe de 2013 (para más información, en la propia página del BANCO MUNDIAL se publican los informes incluidos al que hacemos referencia, http://www.bancomundial.org/).